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Sobre responsabilidades y “fuga de cerebros”

La obtención de una beca o el inicio de los estudios de posgrado implican algo más que tomar cursos, planear y ejecutar experimentos, presentarlos en congresos, publicar artículos y defender una tesis. En ese momento, sin darnos cuenta en muchos casos, nos integramos al Sistema de Ciencia y Técnica del país y a la comunidad científica global. Formar parte de un sistema, ser uno de sus componentes, nos da capacidad de influir y de ser influido por él. En este caso también nos hace responsables de su funcionamiento. Debemos, paulatinamente, empezar a asumir responsabilidad para con la comunidad, desde revisar artículos a formar parte de jurados de tesis. También nos hace responsables de la integridad, crecimiento y desarrollo del sistema. En tal sentido nos empiezan a preocupar los recursos disponibles para hacer ciencia y estamos atentos a las señales y los vínculos con el Estado y la sociedad. La defensa y el cuidado del sistema pueden verse desde afuera como una actitud corporativa. Sin embargo, en la mayor parte de nosotros surge de un profundo convencimiento de la importancia de la Ciencia para construir una sociedad mejor. Comprender (lo que hacemos cuando investigamos) es esencial para operar de manera eficaz sobre los problemas que enfrentamos y para prepararnos para desafíos futuros. Por eso es que nos preocupan y nos movilizamos para enfrentar las políticas que recortan los recursos para la finalidad ciencia y técnica en el presupuesto 2017. El presupuesto del MINCYT pasará de representar el 0.75% del presupuesto a un 0.63%, ¡una reducción del 16%! Esto tiene consecuencias sobre la continuidad de nuestras investigaciones (el funcionamiento del sistema), pero también sobre su estructura (sus componentes). El ajuste se traducirá en menores recursos para que CONICET incorpore a los jóvenes investigadores que terminan sus doctorados. El número de ingresantes a CONICET no es un capricho de su Presidente o del Directorio, responde a una planificación a largo plazo. Una planificación (Argentina Innovadora 2020) que busca (¿buscaba?) que Argentina llegue a tener 5 investigadores por cada 1000 personas de la población económicamente activa (hoy estamos por debajo de 3). Esa decisión fue tomada en su momento y se otorgaron becas doctorales apuntando a ese objetivo. Reducir los ingresos a CONICET y a otros organismos que forman parte del sistema (INTA, CNEA, INTI, CONAE, Universidades, etc.,) tiene una consecuencia inmediata y fatal: el éxodo, la “fuga de cerebros”. Quienes decidan dedicarse a la investigación científica al terminar sus doctorados y no ingresen a la carrera del investigador, una universidad u otros organismos del sistema enfrentaran inexorablemente el dilema del éxodo. No debemos resignarnos a eso. Lo experimentamos en el pasado y las consecuencias sociales, económicas y culturales aún las padecemos. El “emprendedorismo”, que convertiría a los jóvenes científicos en empresarios, es, por lo menos, sólo una fantasía. Debemos enfrentar el ajuste mostrando todo lo que el sistema de Ciencia y Técnica tiene para dar. Tenemos que convencer a políticos, funcionarios, legisladores pero también a la “gente de a pie” que no peleamos por un lujo cultural sino por la posibilidad de desarrollo con inclusión de la sociedad de la que formamos parte.



* IFEVA / CONICET – Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires, Argentina



Fotografía tomada por Georgina Conti durante la movilización contra el ajuste en CyT (Córdoba, 19 de octubre de 2016).

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